miércoles, 30 de noviembre de 2016

«Soñar es gratis»

Hoy desperté una vez más pensando en «Cómo», en ¿Cómo voy a hacer para recorrer todo el mundo?
No recuerdo desde cuándo pero estoy segura que desde muy pequeña esas ganas me invaden. 


Mi primer viaje fue a Huancayo, tenía 6 años y creo que fue el causante de mi adicción.
Tengo miles de destinos en mi cabeza dando vueltas y si la vida y la plata me alcanzaran, realmente viviría yendo y viniendo sin duda alguna. Pero aterrizando un poco, los que de todas maneras tengo que  conocer son:
 Islas de Pascuas
Salar de Uyuni
Disney
Nueva York
París
Italia
Tahití
Bali
India 


De Perú conozco bastante, felizmente, y es por eso que no lo menciono. Y donde siempre me encanta volver es a las playas del norte y Cusco, sobre todo a Chinchero que es mi lugar favorito.

La verdad es que empecé escribiendo esto pensando en que sería una especie de redacción tipo diario, como cuando tienes 13 años. Se acerca una fecha muy especial para mí y quise escribir sobre esa emoción pero sin querer todo fue fluyendo y terminé escribiendo un post sobre mi más grande sueño (hace un par de años se me ha acentuado lo dispersa). Pero volviendo al tema, conozco algunas ciudades que considero pocas por esta adicción que justamente tengo de querer siempre ir por más. El primer país que conocí fue Argentina. Me encantó Buenos Aires y claro, ¡es lindísimo! pero con esa ciudad en particular me pasó algo muy extraño, ¡siempre quiero volver! ¿¡Quién no quiere volver a un lugar donde fue feliz!? Pero cuando realmente te cuesta mucho esfuerzo viajar, prefieres no repetir destinos e ir por nuevos. 
Estuve en Buenos Aires en el 2008 y desde ese entonces cada cierto tiempo siento algo en el pecho, en el corazón, en el alma, que me dan unas inmensas e intensas ganas de volver. Luego vienen a mi todas las preguntas del mundo: ¿Será que allá está mi vida? ¿Encontraré algo de mi pasado? ¿Estará el amor de mi vida por allá? ¿Será que es algo malo? Porque también esa pregunta se me cruza pero obvio, prefiero ser positiva y pensar que encontraré un guapísimo millonario que me acompañará a recorrer el mundo. ¡Es broma! O también puede ser como decía mi abuelo: «entre broma y broma, la verdad se asoma».


¡Soñar es gratis y alimenta el alma, nunca paren!






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