Florencia, sábado 7 de enero de 2017
¡El jueves llegué a Florencia y me acordé de ti!
(Carta a mi mejor amigo).
(Carta a mi mejor amigo).
Mi amiga y yo estuvimos hospedadas en un hostel y nos tocó compartir habitación con Doménico, un napolitano. Conversamos mucho, congeniamos y nos dijo que su amiga Katia iría a verlo. Ella vive allí, en Florencia. Cuando llegó al hostel, Doménico sacó una bolsa llena de quesos mozarella napolitanos, ¡il vero!. ¡Mamma mia, una deliciaaaaaaa!. ¡Se come como manzana y por dentro es jugosísimo!
Katia nos hizo un tour por la ciudad y luego decidió llevarnos al punto más alto de Florencia (perdón, a uno de los más altos), pero haciendo carrera. Nadie se opuso. Corrimos al lado de todo el río como niños y fue la primera vez que sentí calor en todo el viaje. Desde arriba vimos toda la ciudad bella, imponente e ¡increíble! Al volver al centro, se unió a nosotros una amiga de Katia, una valenciana llamada Alicia. Caminamos por las calles, compramos vasitos de vino para cada uno, seguimos caminando. Doménico nos enseñaba jergas italianas y nosotras a él, las peruanas. Íbamos escuchando música del celular de Katia y, en eso, pone reggaetón. Fue entonces cuando ella, Doménico y yo comenzamos a cantar y saltar en la calle. ¡Fue demasiado divertido!.
Ayer, Doménico regresó a su hogar y nos quedamos las cuatro chicas. Alicia nos invitó a su casa, cocinó espaguetti al pesto y al pomodoro (verde y rojo), menestrón y tiramisú. Tomamos vino y café espresso. Todo estuvo de lujo y fue, sin duda, lo más rico que comí en todo el viaje.
Hoy desayunamos y almorzamos con Alicia. Nos hizo compañía hasta que partió nuestro tren con destino a Roma.
Florencia fue tanto para mí que no sé por qué estoy llorando en el tren. Llorando como una niña a la que le quitan su juguete favorito y le falta el aire. Florencia fue especial, pero más Alicia, por cómo fue con nosotras y por cómo nos hizo sentir.
En realidad, te escribía para contarte que en la amistad de Katia y Doménico vi tanta complicidad, tanto cariño, tanta hermandad, tanto de todo, que nos vi a nosotros. Ellos también son amigos desde pequeños. Además, me sentí con todos ellos como se deben haberse sentido Coté y Silvia con nosotros aquel día en que fuimos sus anfitriones en Lima. Sin querer queriendo me extendí un poquito, pero también quería contarte lo que fue, hasta hoy, mi mejor experiencia.
Florencia es hermosa y dolió partir.
Que hermosa experiencia! Gracias por compartirla :)
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