Después de mucho
tiempo esperando por esto, hace unas semanas me tocó conocer una ciudad que
tenía resaltada en mi larga lista de viaje y de la que asumía siempre su
atractivo (por lo que leía, veía y escuchaba, como casi todos), pero no al
nivel de lo que encontré: un derroche enorme de belleza, historia y encanto.
Mi nuevo y feliz
destino fue Ayacucho.
Además de haberme
llevado a un lugar que anhelé conocer durante mucho tiempo, este viaje fue más
que especial para mí porque lo hice junto a una de mis amigas más queridas,
Nilda, con quien después de siete años nos embarcamos en un nueva aventura, la
tercera que realizamos juntas en todo el tiempo que tiene nuestra amistad.
La primera vez que
tomamos un avión para divertirnos sin más fue en el 2010 que conocimos Bogotá y
Cartagena de Indias y la segunda, Arequipa, allá por el 2011. Rompiendo la
“maldición” de los siete años, agarramos maletas y nos embarcamos nuevamente,
así que podrán imaginarse lo emocionadas que estábamos por eso. Mientras
conversábamos de este viaje meses atrás, cada una daba sus opciones de destinos
y no acabábamos de coincidir, hasta que mencionamos Ayacucho y caímos en cuenta
de que era un lugar que ambas veníamos postergando de visitar por muchísimo
tiempo. ¡Qué mejor oportunidad para conocerlo juntas!
Nuestro viaje duró
cuatro días. La primera media tarde ya allá fue para aclimatarnos, algo que
recomiendo totalmente para evitar complicaciones con la altura. Y ahora sé que
probablemente con 3 días más podríamos haber conocido todos los atractivos
turísticos más conocidos y comerciales del departamento. Ténganlo en cuenta si
van a planificar unas vacaciones o minivacaciones por allá.
Para no alargarla
mucho más vamos ya con la “carnecita”: el relato de esta nueva aventura.
Día 1: SÁBADO
Salimos de Lima a las
3 p. m. y aterrizamos en Ayacucho casi a las 4 p. m. Nuestras reservas de
hospedaje ya estaban hechas a través de booking.com
y es lo que más recomiendo por lo sencillo del proceso y porque permite
analizar las opciones a través de las recomendaciones y opiniones de otros
usuarios, ver fotos, ubicaciones, reservar sin pagos por adelantado y, en
algunos hoteles, hasta hacer cancelaciones de reserva sin cobro adicional.
El hotel elegido por nosotras fue el Vía Vía Café 2. Está
ubicado frente a una alameda muy tranquila, a seis cuadras de la plaza
principal. Es un hospedaje muy bonito, cómodo, espacioso y limpio. Su personal
de atención es más que amable; de verdad, lo máximo. No pudimos hacer mejor
elección.
Luego de instalarnos
en el hotel, lo primero que hicimos fue ir en busca de tours. Tras conocer y consultar varias opciones, nos quedamos con
la que nos dio mejor atención y, obviamente, mejor precio. Adquirimos tres tours
—para domingo y lunes de frente— porque queríamos asegurarnos el paseo. Todo
nos costó S/ 110, con su respectiva “regateada” como buena peruana.
Cerrando eso ya casi
nos dio la noche así que pasamos a buscar nuestra cena. Por la noche, las
calles de Ayacucho están repletas de pollerías, pizzerías y chifas, pero
ninguna opción con comida típica. Finalmente elegimos comer una pizza familiar
de masa muy delgada que estuvo muy rica. Pero como la masa era realmente
delgada no nos satisfizo, así que compramos una porción de pan al ajo para ir comiendo
en el camino - sí, así, las más chanchas - y nos fuimos rapidísimo porque en
nuestro hotel había happy hour hasta
las 8 p. m. y solo quedaban diez minutos para que terminara.
Llegamos exactamente 7:59
p. m. y empezamos a hacer nuestros pedidos desde que pusimos un pie en la
puerta de entrada. Nos tomamos un buen chilcano cada una y yo lo acompañé con
un delicioso brownie. Luego, dos
tazas de mate de coca para cerrar el día y descansar tranquilas. Gran ventaja
la de nuestro hotel (una más) que cuenta con una estación de infusiones de
servicio ilimitado, las 24 horas del día.
Día 2: DOMINGO
Estuvimos despiertas,
activadas y muy emocionadas desde las 6 a. m. para empezar nuestras rutas de
paseo. Pasamos por el riquísimo y contundente desayuno buffet del hotel y
partimos hacia la agencia porque nuestro tour empezaba 8 a. m. Nos gusta llegar
con anticipación porque así tenemos opción de elegir las mejores ubicaciones en
el bus.
Y así empezó el día. Nos
enrumbamos en un largo y prometedor tour que contemplaba una parada para desayunar,
la visita al bosque Titancayoc, Vilcashuamán, luego nueva parada para almorzar
(ese día nos tocó una buena trucha frita) y, como cierre, degustación en una
tienda de lácteos. Finalizamos a eso de las 7:30 p. m., ya de vuelta al hotel
un poco cansadas pero felices de haber presenciado tanta belleza en paisajes
(de lo mejor en Ayacucho, sin duda) que no nos cansamos de retratar y guardar
en fotos y videos (por eso también corrimos al hotel, ¡nuestros celulares
necesitaban carga urgente!)
Mi cena de esa noche
fue un exquisito plato de alpaca saltada, acompañada de una copa de vino (sí,
me hice la fina) y, de postre —infaltable, obviamente—, una porción de brownie, tal como la noche
anterior.
Sin duda alguna, lo
más bello de este paseo fueron los paisajes; belleza sin comparación. Mi
favorito fue el de Vilcashuamán por lo espectacular de sus colores cálidos
alrededor.
Día 3: LUNES
El tour de ese día ya
era más descansado. Por la mañana nos llevaron a conocer Wari y luego pasamos a
un taller de artesanías en el que nos realizaron una pequeña demostración de
cómo se elabora la cerámica. Ahí mismo tocaba almorzar así que esta vez decidimos
hacer pedido para compartir entre las dos y armamos nuestro menú de trucha
frita, puca picante —que es, básicamente, un guiso de papa aderezado con ají
panca, entre otros condimentos, acompañado con chicharrón de chancho) y japchi
—que es un licuado de queso fresco, muña, huacatay, cebolla, entre otras
hierbas—. ¡Todo delicioso! Yo ya conocía la puca picante y el japchi porque mi
exsuegra los preparaba a menudo y le salía buenazo, sobre todo el japchi.
Acabado el almuerzo
nos tocó conocer la Pampa de la Quinua, el escenario emblemático de la batalla
que puso fin al dominio español en nuestro país: la batalla de Ayacucho.
Pasado eso fuimos
también a la casa-museo de Joaquín López Antay, el creador de los hermosos y
muy famosos retablos ayacuchanos. Luego, al mirador, a una casa de artesanías
en piedra de Huamanga, a un taller de textiles y el trayecto finalizó a eso de
las 7 p. m., con nosotras ya muy hambrientas, por lo que fuimos volando a
buscar el siempre confiable pollito a la brasa.
Ya satisfechas,
cerramos nuestro día en el lobby del hotel tomando mate de coca —como todas las
noches—, reposando muy tranquilas, conversando y haciéndonos un poco de terapia
(de la que siempre es necesaria entre amigas).
Día 4: MARTES
¡El día final de
nuestro maravilloso viaje!
Como ya nos tocaba
volver, decidimos aprovechar al máximo las horas antes de ir al aeropuerto.
Ese fue el día para
ir de compras por la ciudad. Nuestra primera parada fue en el mercado de
artesanos Hosaku Nagase, el que nos recomendaron por ser el que tenía mayor
variedad de productos locales. Llevamos recuerditos y una que otra cosa para
nosotras. Luego pasamos por el mercado principal para cerrar nuestras compras
del viaje.
De todos los lugares
que he visitado en Perú, Ayacucho tiene la más bella artesanía y textilería.
Así que si les gusta mucho, les recomiendo que lleven un presupuesto destinado
únicamente a eso.
Entre tanta caminata
y shopping, caímos en cuenta de que
era hora del almuerzo, así que nos fuimos a tomar nuestra última comida del
viaje en nuestro cálido hotel. Esta vez, como despedida, elegí una deliciosa
hamburguesa de alpaca acompañada de unos riquísimos helados artesanales de
lúcuma y chocolate como postre.
Disfrutando al máximo
nuestros platillos nos quedamos conversando y haciendo sobremesa hasta que
llegó a recogernos la movilidad para llevarnos al aeropuerto, cerrando así esta
inolvidable experiencia. Con mucha pena y nostalgia adelantada nos despedimos
de la increíblemente amable gente del hotel y dejamos tierras ayacuchanas con
la firme idea de querer volver a seguir apreciándolas y disfrutándolas.
No hay duda de esto y
lo firmo: Ayacucho es un lugar BELLÍSIMO y vale la pena dedicarle una buena
cantidad de días para conocerlo y apreciarlo, contrario a lo que muchos dicen. Espero
que, si aún no conocen, puedan estar ahí pronto. Sé que no se arrepentirán.
Mientras eso pasa, yo
seguiré andando y conociendo rinconcitos del Perú y el mundo para generar más
recuerdos hermosos y compartirlos con ustedes.
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